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Tierra blanca

Apoyar, criticar o dudar: todo lo que hagas puede ser usado en tu contra

  • Foto del escritor: Antonia Godoy S.
    Antonia Godoy S.
  • 16 jun
  • 6 Min. de lectura
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Algo que siempre me he dicho es que soy afortunada por haber nacido mujer en esta época, porque si nos ponemos a mirar en retrospectiva, hay muchas cosas que hoy damos por sentadas que nuestras madres y abuelas no pudieron tener. Sin embargo, a veces me pregunto, si es que tuviera hijas… ¿el futuro es un buen lugar para las mujeres? Por más que hayan avances significativos, ser mujer sigue siendo una experiencia compleja que trae consigo la sensación de no poder complacer a nadie (ni a una misma).


En redes sociales leo y escucho de todo, personas que dicen que mi generación está volviendo a los principios conservadores del siglo pasado y otros que dicen que la liberación sexual es una estafa, que no nos sexualizamos porque realmente queremos sino porque estamos cayendo en las redes patriarcales, entregando nuestra intimidad de manera voluntaria. Por suerte para mi, como suelo ser más usuaria que creadora, no siento que este debate me afecte personalmente, pero cada vez que una celebridad o figura pública tiene que lidiar con todo este tipo de comentarios, intento comprender de dónde salen estos puntos de vista —a veces tan radicales— y si hay alguna solución eventual que apacigüe las aguas.


La semana pasada, la cantante británica Lola Young tuvo que salir a dar declaraciones a través de sus redes sociales después de que la campaña de promoción de su última canción atrajera comentarios respecto a su cuerpo. <<One Thing>> es una canción que trata sobre tener un encuentro sexual no strings attached, algo que como persona demisexual nunca he experimentado pero que puedo entender. A muchos —como a mi— les encanto el tema por su letra explícita, el atrevimiento en los vocals de Lola y el espectacular beat funky, pero… En lugar de hablar de la canción o del videoclip, empezaron a llegar comentarios —algunos disfrazados de halago— que la aplaudían por “atreverse” a mostrar su cuerpo, como si solo existir con un cuerpo no delgado la obligara a ser portavoz del body positive.


“No depende de mí lo que otra persona haga o sienta cuando yo decido mostrar mi cuerpo en redes sociales, soy consciente de ello. Y si tú te sientes incómodo por eso, no es mi problema, ni —siendo honesta— es culpa mía.(…) Pero no quiero que mi cuerpo sea la razón por la que se piensa que soy segura de mí misma, porque no es solo eso. Soy una mujer con muchas otras cualidades que también suman a esa seguridad” — Lola Young.

Reacciones similares ha provocado la portada que reveló Sabrina Carpenter recientemente para el álbum que nos dará en agosto, donde se le ve de cuclillas junto a una figura masculina que le toma el pelo. Anteriormente, Carpenter ya había jugado con la sexualidad femenina como parte de la estética de su tour, donde en cada fecha nos dejaba preguntándonos con qué pose provocadora acompañaría la coreografía de Juno (have you ever tried this one?). Sin embargo, hay algo en la imagen que resulta inquietante, lo que yo identifiqué como “la sumisión”. Una chica en TikTok teorizaba que Sabrina solo nos mostró una parte de la imagen, que de seguro al hacer zoom out esta misteriosa figura masculina sería —nada más y nada menos— que ella misma… ¿pero eso no lo hace aún peor?¿Porqué su versión femenina estaría a los pies de la masculinidad?¿Hay una parte que no estamos entendiendo aún?


El 11 de junio Sabrina Carpenter compartió el cover de su próximo disco a través de redes sociales.
El 11 de junio Sabrina Carpenter compartió el cover de su próximo disco a través de redes sociales.

Me gustaría pensar que una artista de mi generación no promovería un mensaje tan poco sororo, que debe haber una explicación que llegará cuando podamos escuchar el álbum completo. Pero, por más que intente evitar hacerme ideas preconcebidas, hay algo en esa imagen que me incomoda profundamente. ¿Será que me estoy volviendo más puritana? Es una pregunta que flota en redes sociales, sobre todo con el auge de las tradwives y la cantidad de chicas jóvenes que sueñan con ser mantenidas por sus esposos. ¿Mi incomodidad viene de un rechazo a la sexualidad en sí? No lo creo… porque no me pasa con la canción de Lola. Una parte de mí quiere simplemente decir: “ella puede hacer lo que quiera, es libre”. Pero sé que muchas niñas pequeñas la admiran, la ven como referente, y aspiran a ser como ella… por eso me preocupo.


Ante esta controversia una creadora de contenido que adoro, Megan Cruz aka Jstoobs, hizo un video de casi 10 minutos donde explica cómo, en los años 2000, el auge del feminismo en la música —con artistas indies y punks— fue desviado estratégicamente mediante el uso del hyper-pop a través de grupos como las Spice Girls, para transformar el discurso contestatario anti-patriarcal en el girl power (que vino con estándares de belleza que solo causaron daño en esos tiempos).


“[El feminismo] se convirtió en un producto corporativo: algo que podían mercantilizar como una tendencia y luego vendérnoslo de vuelta, impidiendo al mismo tiempo que se lograran avances reales. Y —de paso— reforzando convenientemente nuestro valor inherente como objetos sexuales. Y no estoy diciendo que el hyper-pop femenino sea automáticamente algo malo, pero no creo que, como sociedad, debemos ser lo suficientemente listos para reconocer cuando está siendo usado en nuestra contra como arma” —Megan Cruz.

¿Pero por qué hablamos de esto?¿No sería mejor ignorar el problema y simplemente dejar que estas artistas hagan lo que les dé la gana? 


Porque así como estas concepciones y prejuicios afectan a estas celebridades de forma obvia debido a su exposición, a quienes somos solo usuarios también nos repercute de cierta forma. A veces es nuestra misma voz interior la que nos llena de esos mismos comentarios, que no podemos simplemente eliminar o bloquear a quien lo dice, porque más que mal, eres tu. Sin querer estoy en una guerra conmigo misma donde constantemente me pregunto si lo que hago es lo suficientemente feminista o no, si elegir casarme con mi pareja es inconscientemente un acto de conservadurismo.


Atacar a quienes parecen caer en esos patrones tampoco es buena idea. Nara Smith, famosa en TikTok por preparar todo en su casa desde cero para su esposo e hijos, reveló hace un tiempo atrás que la razón por la que hace esto no es porque sea mormona y es lo que le corresponde a un ama de casa, sino que sufre de psoriasis y las comida que prepara son hechas especialmente para evitar que los brotes empeoren y que su esposo, Lucky, en realidad si le ayuda mucho mientras ella cocina y hace sus videos, porque los productos químicos dañan sus manos.


O Sydney Sweeney que después de años siendo sexsualizada decidió aliarse con una empresa y vender un jabón hecho con su “agua de tina”, un producto que inmediatamente atrajo críticas diciendo que la actriz había finalmente aceptado la objetivización masculina. Personalmente, no es algo que yo haría, pero si hay un montón de raros acosándome, ¿está mal aprovecharme de ellos y sacarles dinero? Decían que Sweeney se había rebajado a algo que haría una estrella pornografica o de only fans… Se supone que llevamos años intentando entregar respeto a las mujeres que se dedican al trabajo sexual, pero resulta que ahora es un insulto para una actriz de Hollywood hacer lo mismo. ¿Entonces siempre estuvo mal lo que hacían las trabajadoras sexuales?


A lo que quiero llegar es que sin importar qué, parece que una mujer, ya sea conservadora, liberal, delgada, gorda, famosa o no, siempre va a tener que dar explicaciones. Pareciera que la hiperconexión nos pone en un lugar aún peor que el de años atrás y vuelvo a preguntarme, ¿en verdad el futuro será un buen lugar para ser mujer? 


No tengo una conclusión clara. A veces siento que estamos retrocediendo, y otras que la crítica es parte de avanzar, cuestionar lo normal. Tal vez la respuesta no sea exigirle a cada mujer que sea un ícono de la liberación, ni tampoco romantizar las decisiones de las celebridades como si fueran actos revolucionarios.


Quizás se trata simplemente de acompañarnos en esta confusión colectiva, reconocer lo difícil que es existir sin que alguien más (o una misma) esté siempre cuestionando quién deberías ser. Porque, si hay algo que realmente quiero para el futuro es que podamos vivir sin tener que justificar cada parte de quienes somos.


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